TODOS SOMOS PAYASOS
En este tercer día del octavo mundial de escritura se nos ha pedido, que seamos nosotros los que mandemos la consigna al siguiente compañer@. La consigna de Adal es sobre mis vivencias en el circo. Allá voy:La primera vez que fui al circo, tendría como 8 o 9 años, en Atarfe (Granada). Me encantaban los payasos, porque me los veía mucho por la tele como Miliki, Rita Irasema, Fofó, Fotito y compañia. Aunque ahí no estaba ninguno de ellos. No me divertían tanto, las comparaciones no son buenas, pero sí me hacían reír, que a fin de cuentas era el objetivo de los payasos.
También estaban los malabaristas que a mi me daban miedo por que se le calleran objetos a la cabeza o quedaban en ridículo con fallos. Siempre he tenido miedo al ridículo.
Los equilibristas no los veía pues actuaban sin Red y me tapaba los ojos en cada salto. Eso ya no se disfruta.
Pero la estrella principal era una tal Teresa Rabal, sí la que cantaba canciones infantiles para los críos como el Veo, veo o Me pongo de pie. Ahí niños y mayores participábamos en cada canción. Al finalizar hubo una firma de discos y la propia Teresa los firmaba a mano. Aún hoy mi hermana conserva el disco de vinilo de "long play" con su dedicatoria.
La segunda vez, tenía 14 años, entonces fui con mis padres a Granada capital a ver a Miliki con su espectáculo llamado "A mis niños de cuarenta años", de hecho mi madre tenía esa edad cuarenta años. No estaban ninguno de los de la tele, pero estaba él Miliki. No se si fue un espectáculo de humor y canciones o quizás de penas y despedidas de Miliki, aunque fue muy emocionante desde el principio hasta el fin.
Mi madre no pasó la década de los cuarenta. Empecé a menospreciar a los nuevos payasos por querer compararlos con los antiguos. Y ya no veía el circo tan divertido. Con 23 años y mi madre ya en el cielo me prometi no volver al circo, de momento no lo he hecho.
Hace 8 años conocí a una mujer en Twitter. Leire, a pesar de su enfermedad, el dichoso cáncer, siempre estaba dispuesta a disfrazarse de payasa para intentar hacer reír a los pequeños que tenían su misma enfermedad en el hospital. Fue entonces cuando comprendí que ser payaso no es un insulto ni hay que menospreciar la profesión de trabajo. Yo diría que hay que magnificarla.
Que levante la mano el que no se ha sentido niño con sus pequeños familiares o ha visto una película infantil de dibujos disfrutando tanto o más que su pequeño familiar.
Todos somos payasos y hacemos payasadas de vez en cuando. Hace poco habia un circo en mi último destino, estuve a punto de ir a verlo, solo. Al final no fui, pero creo que la próxima vez no me voy a quedar con las ganas.
Hoy quiero dar las gracias a los payasos más queridos que tengo en Twitter y en otras redes sociales, tanto como los de este grupo del mundial, los de Fenix, los de Libera, las Amigs de letras, Magdalena, Zavanah y otras más que se me pasarán pero que los aprecio mucho. Sois mis payasos amigos favoritos. Y unos escritores excelentes. Gracias por estar conmigo..
Por último quiero recordar, no insultes a nadie diciendo payaso, porque reír y hacer reír es lo más bonito del mundo. Y a un niño aún más. Necesitamos la risa y la locura, aunque sea en breves tiempos, en este mundo de más penas que alegrías generalmente. TODOS SOMOS PAYASOS.
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