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12 noviembre 2022

GAMADELAN, LA MUJER DE LUZ

Gamadelan, la mujer de luz
En una ciudad estaban construyendo un gran edificio. Todos los vecinos estaban esperando el final de la obra, para ver de que se trataba. Pues estaba todo tapado con altos paneles que no dejaban ver nada del edificio. Ni si quiera en los balcones de enfrente se veía nada. Los últimos días mucho trasiego de personas entrando y saliendo. 
Al final quitaron todas las vallas, como si de una cortina se trararan, en un santiamén. Dejando ver un edificio pintado de multitud de colores.

En la entrada ponía: "Por favor venga del color apropiado para visitar a su paciente. Un sólo color". ¿Un hospital?
Curiosos hicieron caso vistiendose de pies a cabeza del color que quisieron y entraron al edificio multicolor.

Cada persona fue redirigida guiadas por personas del interior con ese color, a una habitación con un único color.

Así los de Rojo iban a una habitación igual, sin saberlo, o quizás si por la elección del color, se encontraban con familiares enfermos de sida. 
Los de naranja con gente que sufre de leucémia, hambre, cáncer de riñones.
Los de azul con gente autista o con enfermos del corazón.
Rosa para todo tipo de cáncer. .
Así con cada color oficial, correspondiente a una enfermedad, la casualidad de esas personas de vestir como el color de su paciente, o esa concordancia interior hacía que el enfermo se recuperara de lo suyo.

Entonces, ¿un centro médico? No. Centro de magnetismo y esperanza mágico de familiares.

Para culminar el tratamiento paciente y familiar debían ir a una sala amarilla, mucho más grande que las salas anteriores y tal vez, como todas ellas juntas.  
Antes de entrar les daban unas gafas protectoras, una mascarilla especial y unos guantes amarillos. Cuando entraban un espray los iban pintando a todos de amarillo.
Una vez dentro, todos de amarillo, aguardaban en fila delante de una puerta del interior que deslumbraba si la mirabas mucho rato. Con lo que la gente, miraba al suelo o los muebles amarillos de la habitación. 

De esa puerta salió una mujer, su identificación ponía Gamadelan. Parecía venir del paraíso, ya con vestimenta normal, vestida con un top multicolor y una larga falda hecha con rosas amarillas, una rosa en su pelo castaño y sus pupilas parecían llamas de tono amarillo oscuro rojizo tirando a marrón. Cuando abría la boca unos dientes perfectamente blancos y una sonrisa de ángeles. Resplandecía a cada paso que daba. La puerta dejó de deslumbrar, cuando se alejaba,indicando que era ella la que hacía brillar todo a su paso. 

La mujer se fue reuniendo con cada pareja, tocando sus manos y cuando sentía plenamente concordancia interior entre ambos podrían salir del centro. 
Si sentía que el paciente había superado su misión pero el familiar no, intercambiarán los puestos. Cogiendo el familiar la enfermedad que el otro tenía y este recuperándose.
Si por el contrario familiar no reconocía o no le importaba de corazón al que había pasado la enfermedad y a su vez el tampoco superó la prueba del centro, ambos deberían quedarse.

Muchos salieron los dos, otros pocos se intercambiaron  y unos pocos se quedaron ahí dentro los dos.

A la mañana siguiente el edificio desapareció sin dejar rastro. El solar volvía a estar libre y en venta. Los recuperados olvidaron cómo se recuperaron, los familiares que salieron también y todo lo relacionado al edificio. Qué más da si la enfermedad la habían superado.

Ese edificio fue mudandose a otras ciudades, donde se obrarían milagros que nadie recordaría por un ser de luz.
Pueden creerme o no. ¿Qué cómo lo sé? Esa mujer me besó la frente. Yo era uno de los autistas y enfermos con pequeñas taquicardias. Ese beso, hizo que lo pudiera recordar todo. Aunque me dijo que si lo comentaba a alguien podrían tacharme de loco y quizás llevarme al manicomio. Espero que solo sea lo primero.

FIN.

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