Una fiesta movidita
Cada año un compañero de trabajo debe organizar una fiesta de aniversario de la empresa con todos los miembros, siendo premiado con mil euros extras o castigado con no renovar el contrato para el próximo año y no tener derecho a indemnización por despido, de negarse a hacerlo. Ósea que muy voluntario no es que fuera.
La empresa es pequeña pero somos más de 30 personas y no en cualquier hogar se podía hacer.
Este año me tocaba a mi, así que pedí a una amiga que si me dejaba usar su chalet de vacaciones, a lo que ella accedió, siempre que me hiciera responsable de los desperfectos y limpiara todo. Accedí, pero el miedo que tenía de que pudieran romper algo de valor, hizo que trasladara la fiesta al jardín.
Música alta, bebidas, aperitivos, bocadillos varios y adornos y letras con el nombre de la empresa. No faltó de nada y me gasté casi los mil euros en todo el montaje.
La fiesta terminó y como era de esperar había mucho trabajo por hacer. Bien me podía hacer ayudado algún compañero a limpiar. Menos mal que teníamos siempre el día posterior libre. Yo no bebo alcohol con lo que no me dio resaca por ello pero si me dolía la cabeza por el cachondeo que se montó.
Limpiando había una copa de carmín verde y recordé a mi compañera que a pesar de su extraño color de labios me tenía enamorado.
Poco después vi un tanga detrás de un seto y pensé que había un caso de cuernos, de engaño sexual, puesto que éramos únicamente los trabajadores y el jefe; y todos con excepción de la chica de los labios verdes y yo estábamos emparejados. Quise investigar a ver si encontraba quien era su amante en la fiesta. Con ello encontré un puro habano y un mechero de oro. No había dudas el jefe se acostaba con una empleada…. o quizás varias.
No sabía que hacer, terminé de limpiar y la chica de los labios verdes, volvió. Entró y me sorprendí que tuviera llave, resultando ser la hija de mi amiga que había ido a comprobar mi trato con su madre.
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-Todo está perfecto. Hiciste buen trabajo con la casa de mi madre.
-¿Tu madre? ¿Tu te llamabas?
-Cinco años trabajando juntos y ¿no sabes quien soy sin dejar de echarme el ojo encima? Soy Míriam
-Perdón. Siempre me gustaste pero no me atreví.
-Yo me callaba porque me gustas también y esperaba que me dijeras algo. Por cierto, ¿de quien es el tanga? ¿Me tiras los tejos cinco años después con una prueba de infidelidad?
-No es eso, lo encontré limpiando el jardín junto a este puro y el mechero.
-Es del jefe. Cada año intenta algo conmigo en la fiesta y este no lo hizo porque sabía que era el chalet de mi madre. Hay que hacer algo.
-Pero me despedirán.
-No seas cobarde. Ya me quiso despedir a mi por no acceder a sus asquerosas intenciones. Revisemos las cámaras de seguridad.
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Así conseguimos las imágenes y le chantajeamos al jefe con decírselo a su mujer y a su suegro que era el director general de la empresa.
Nos dijo que no teníamos nada pero nos despidió por la amenaza.
Cumplimos con lo pactado enseñando el video a su mujer, no hizo falta enseñárselo al suegro. Su esposa lo echó de casa y pidió el divorcio. Su suegro lo despidió y desheredó de todo.
Por nuestra parte Ernesto, el director general nos volvió a contratar dándonos un aumento de sueldo y un ascenso en una empresa mayor. Y Míriam me preguntó.
-¿Todavía te da corte hablar conmigo?
-Me enseñaste que a veces no hay que hablar, que es mejor actuar y que hablen los hechos.
Le planté un largo beso y se quedó enmudecida. Pensé que no le gustó pero me lo devolvió aún más grande.
Poco después nos casamos y contratamos a nuestro antiguo jefe en nuestro antiguo trabajo y la mitad de sueldo durante el primer año y un vigilante solo para él. Pasó a vivir en un minipiso de 40 m² y nosotros vendimos el chalet y nos compramos un piso en la playa y el resto fue para la asociación del cáncer.
Bendita la fiesta movidita y bendita siempre mi suegra y mi esposa.
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