UN MUNDO EXTRAÑO

Un mundo extraño

Despertando de una gran noche y un sueño reparador, abro los ojos y miro a mi alrededor.

¿Dónde estoy? ¿Mi habitación? ¿Mi casa? ¿Las calles? No hay nada, está absolutamente todo blanco a mi alrededor. ¿Qué clase de magia es esta? Debo estar soñando aún, pero ¿como despierto?

Me levanto y me miro, mis manos mis pies en el suelo blanco, he crecido bastante. Mi cuerpo es más pesado. Estoy muy desorientado.

Grito: Hola. Hay alguien ahí. Si estás escondido da la cara cobarde.

-¿Quién te crees que eres para chillar así y llamarme cobarde? Soy tu creador.

-¿Mi creador? No me hagas reír. Llevo 30 años viviendo una vida más o menos tranquila y normal. Yo soy ateo.

-Todo, absolutamente todo lo que eres, te ha pasado y has tenido a tu alrededor lo creé yo y como no estabas agradecido nunca he decidido borrar y que lo compruebes por ti mismo.

-No me hagas reír. Estoy soñando. Buscaré algo con lo que despertar. 

Tras correr y correr y no encontrar ni una pared con la que estrellarme, ni un alma, ni un animal que me muerda. Absolutamente todo blanco. No sé si estaré dando vueltas en círculos. ¿Qué clase de broma es esta?

Oye, creador. ¿Me escuchas?

-¿Ahora si crees en mi? Vaya. ¿Y si te dejo así un tiempo?

 -Pues que aburrido que eres con todo blanco. Se te acabaron las ideas y por eso me castigas? Mátame o devuélveme a la vida que tenía. O permíteme despertar si esto no es un sueño.

-Maldito insolente. Pues haré lo primero. No tengo ganas de seguir con tu historia después del trato recibido al demostrarte quien era. No dolerá.

-Bueno si ha de ser así, tu mismo escritor de pacotilla.

-Adios

(El escritor cerró su libro y no volvió a escribir sobre su personaje)

-Buen entretenimiento pero este personaje no me aporta nada ya. Veremos a ver si alguna editorial quiere la historia cuando yo mismo me cansé de su personaje.

Me tomo un chupito de coñac y a la cama.

(A la mañana siguiente el escritor)

-Pero, y esto? ¿Estoy en el cielo? Las puertas del cielo. Usted debe ser San Pedro.

-Asi es. Usted ha muerto por la ausenta que había en el coñac que se tomó. Debo decirle que solo Dios decide y crea.

-Pero si solo era literatura. No puedo crear de la nada.

-Es la decisión de Dios y viendo que usted no creía en el irás al infierno, ya que decidan allí abajo tu castigo.

-Nooooooo.  Uf qué calor. Todo lleno de fuego y llamaradas. Muchos chillidos de los condenados. A ver que me toca a mi?

(Se encuentra con el diablo)

-Tu debes ser el escritor ateo. Buen trabajo. Pero, no te apetecería vivir y traerme almas? Podrías vivir en la tierra eternamente mientras cumplas con el cupo de almas.

-¿Qué? Estás más loco de lo que imaginaba. Prefiero mi castigo 

-Como desees pero siempre hay almas para mi. Los humanos tienen todos algo negativo en su corazón y hay quien no sabe mantenerlo oculto. Tu castigo, escritor, será lijar tu cuerpo hasta quedar en los huesos, como si de una goma de borrar se tratara.

(Poco después, el escritor)

-Un momento, mi cama, mi habitación. Ha sido una pesadilla. Menos mal. Aunque quizás cuando escriba algo no mate a mi personaje así como así. Pero de momento descansaré de escribir. A desayunar.

(Mientras, en el cielo, San Pedro)

-Ay Señor, hay algunos que no aprenden. 

(Y en el infierno)

-Y que lo digas. Pero a mi me parece divertido. Todo dependerá del corazón de los humanos si te los llevas tú o los tengo yo. Que siga la vida y que siga el juego