El ciclo sin fin
Nacer, crecer, reproducirse generalmente y morir. Nacer, crecer, reproducirse generalmente y morir. Nacer…. Podría estar así infinitamente. Es la ley de la vida desde que existe la vida y que cada cual la viva lo mejor posible. A pesar de cada golpe que nos de la vida desde que nacemos, el pequeño golpecito para que podamos respirar hasta el último golpe antes de morir. Queremos ser inmortales pero ni con todo el dinero del mundo y los mejores médicos y científicos a tu disposición lo podrás lograr.
Esta es la historia de un joven que nació en un hospital de noche de luna nueva cayendo las Perseidas.
Para los padres fue una bendición de esa lluvia de San Lorenzo y así lo llamaron.
En su cuna con un móvil de luna y estrellas y una pequeña luz.
Creció jugando con cohetes de juguete y muñequitos como astronautas.
Algo que consiguió más tarde enviado a una misión que parecía suicida: entrar en un agujero negro. Lo que conllevó a su primera muerte pues nunca regresó ni se supo nada ni de él ni de la nave.
El salió por otro lado donde todo parecía igual, regresó a la Tierra donde el aterrizaje fue nefasto. La nave explotó con el dentro. Segunda muerte.
Pero en esta realidad nadie muere, hay superpoblación. La gente intenta suicidarse o es asesinada o quizás sufre un grave accidente pero al morir reaparece de nuevo en otro lugar completamente sano.
No existe la muerte y tan importante es nacer y vivir bien como poder terminar la vida. Si puede ser cuando nuestro cuerpo no da para más. Es algo absurdo alargar la vida.
Después de morir como veinte veces: tirándose por un precipicio, ahogandose en el mar, con ausenta…. y reaparecer otras tantas, Lorenzo fue a buscar la Nasa de esa tierra para intentar volver al agujero negro del que salió.
Quizás no lo conseguiría pero , si lo conseguía moriría en el acto tal vez por las muertes que ya había tenido.
Después de un tiempo convenciendo a los jefes de esa nueva Nasa de que estaba dispuesto a meterse en un agujero negro y era bueno para la ciencia, llegó el día.
Lorenzo entró a su cohete rumbo al agujero negro con un miedo atroz de morir definitivamente en el espacio.
Tras unas turbulencias salió y se comunicó con la Nasa. Habían pasado treinta años aunque para él solo pasó algo más de uno.
Llegó a la Tierra perfectamente y quisieron interrogarle medio mundo.
El solo contestaba que la vida es maravillosa pero que también hay que morir dignamente. Que hicieran con el los experimentos que quisieran a condición de una ley de eutanasia digna.
Después de varios experimentos en los que sufría de toda clase de secuelas, Lorenzo suplicó que ya no siguieran más que le dieran algo para morir.
Por fin pudo morir. Eso sí, en la camilla de experimentos Le enterraron, junto a sus padres como él había pedido.
Llegó a las puertas del cielo y pensó, parece que si, he muerto. A lo que San Pedro le dijo -te gusta buscar otros mundos y jugar con la muerte. Veremos que opinan allá abajo.
Fue enviado al infierno donde el diablo le puso la misma condena que la mitología dice sobre Prometeo donde cada día le devoraría un águila el hígado y le volvería a crecer.
La vida es muy importante y bella desde que naces hasta la muerte pero la muerte puede ser también muy necesaria y mejor morir sin dolor y con dignidad. Ojalá podamos conseguirlo un día.
FIN
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