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15 junio 2021

¿DERROTA O VICTORIA?

¿DERROTA O VICTORIA?

Se dice que del pasado hay que recordar las cosas buenas que te han pasado y olvidar, en la medida de lo posible todo lo malo que te haya pasado o al menos no obsesionarte con esos errores y aprender de ellos. 
Aunque en mi caso igual me persiguió un maleficio o eso creía. 

Todo empezó cuando la bolsa de trabajo, de profesor, de la Consejería de Educación, me convocó para ejercer en un instituto a cien kilómetros de mi casa.
Para no gastar mucho en carretera alquilé un pisito barato en las cercanías del pueblo de destino y los fines de semana volver a mi casa.
El pisito: una habitación, un comedor cocina y un cuarto de baño. Todo en apenas treinta metros cuadrados. Aunque me parecía suficiente. No podía aspirar a mucho más el alquiler y la hipoteca de mi casa.
Cuando quise acomodarme me di cuenta que el sistema de agua caliente estaba todo patas arriba. La ducha y el fregadero agua fría y el wc con agua caliente. Y el sofá del salón que me siento y me sale un muelle entre las piernas golpeándome la cabeza.
Todo perfecto me dijo el casero, el sofá tenia un pase pero el agua no. Al decírselo me dijo que lo arreglarían al día siguiente y que confiara, pues yo ya estaría en el insti.
Tenían una perra preciosa, pastor alemán, en el patio comunal pero siempre que me veia me labraba.
El primer día de clase me resbalé nada más entrar y me pegué un golpe contra el suelo de cabeza. Ya me pusieron mote los alumnos, el avestruz despistado, pues decían que tengo un cuello muy largo y que voy de cabeza al suelo, y porque me clavé la chincheta que pusieron en mi silla. Broma muy concurrida pero que siempre caigo al principio de curso, quizás por confianza en los alumnos.
Al escribir en la pizarra esta cayó dándome en el pie. Con lo que me pusieron también flamenco al no apoyar del todo en el suelo el pie.
Un primer día muy ajetreado y más que iba a ser cuando el jefe de estudios me tiró los tejos y lo rechacé de mala manera. 
Al salir del centro sufro dos pinchazos seguidos camino de mi pisito. La grúa me tardó dos horas en llegar.
Después al llegar al pisito vi que mi casero soluciono lo del agua y que me iba a hacer un descuento. 
El curso salió bien. Mejor de lo esperado y aunque no renové me esperará otro lugar, otro centro.
Con lo que ese primer día fue una derrota constructiva.
Agua fría en la ducha. Bueno, no es tan malo si aguantas como pingüino en remojo.
Agua caliente en el wc. Mejor eso que encontrarse una serpiente o una rata como se ha visto por ahí.
El muelle del sofá. Si ya lo veía destartalado. ¿Para que me siento? No te sientes . No toques.
El tropezón en clase. Me recuerda que hay que empezar con buen pie y con una sonrisa. Yo no sonreí pero hice sonreír a todos los alumnos que al final terminaron respetando.
El mote lo sigo conservando y la verdad, despistado no me lo quito yo en la vida.
Los pinchazos sirvieron  para arreglar ese tramo, pues no era ni el primero ni el último.
Un día que pudo ser una derrota pero que terminó siendo una victoria en el año. Y aunque no renové, voy variando cada año y creo seguiré en otro centro me llevo gratos recuerdos del día maldito.
 El jefe de estudios todo el año con piropos consiguió que tomáramos un café juntos.
Y aprendí que puedo vivir en 30 metros cuadrados pero que amo mi casa más que nunca.

Ustedes, queridos lectores dirán si es cómico o no lo que me pasó ese primer día. Para mi fue una tragedia de la que ahora me río mucho. 

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