En el Parque Natural de la Albufera, en Valencia, tras superar las manifestaciones en contra, Santiago Motillo consiguió por parte de la Diputación, los terrenos para chalets y de toda clase de caprichos que por su cabeza pasara. Llamó al equipo de Adal para derribar centenares de árboles con su maquinaria pesada y varias personas con motosierra.
Cuando las excavadoras y demás máquinas y los trabajadores llegaron a los terrenos, una mujer con una camisa larga roja, que le hacía también de pantalón y descalza, a la que a los aldeanos llamaban Carmen de los bosques, levantó su mano derecha en señal de stop. Pero las máquinas no pararían aunque tuvieran que atropellar a aquella mujer. Entonces levantó ambos brazos y empezó a llover fuerte, decenas de animales terrestres y aéreos atacaron a los trabajadores que huían despavoridos sin ningún resultado, todos parecerían, salvo Adal y Santiago que lo intentarían en otro lugar.
Los dos, jefe de obra y empresario que lo contrató no se dieron por vencidos. Ya no era cuestión de dinero, sino de construir en un Parque Natural por orgullo propio lo volvieron a intentar esta vez en las Marismas de Santoña. La escena parecía repetirse cuando se acercaron las máquinas con nuevos obreros, una mujer con larga melena cubriendo su cuerpo desnudo que salió de las aguas, paró las máquinas y le ofreció su cuerpo y el de sus compañeras a cambio de rescindir con el plan de deforestación. Los trabajadores decían que eran muchos para ella y entonces con un grito parecido al de Tarzán, apareció Carmen de los bosques y otras mujeres dispuestas a seducirlos. Los trabajadores querían engañarlas y después de acostarse con ellas arrasarían el lugar. Pero Leire, la mujer desnuda, les había dado un poder especial. Cada trabajador, al besar a una mujer se convertiría en un nuevo árbol para el bosque.
Adal y Santiago fueron los únicos que no sucumbieron a sus encantos y se fueron del lugar, después de dispararles y ver que sus armas las atravesaran como si fuesen fantasmas.
De nuevo Adal y Santiago se fueron a Sevilla, donde en una cafetería se tomaron algo y pensaron en un plan para arrasar con todo rápidamente sin tener ni que acercar personal. Unas bombas aéreas en puntos estratégicos bastarían y de los permisos no habría problemas. Rocío, la simpática barwoman del local escuchó toda la conversación y se acercó a ellos diciéndoles:
-Hola de nuevo cielos, ¿algunas magdalenas, croissants, pastas para acompañar? Invita la casa.
-De acuerdo pero como nos pase algo saben que estamos aquí y sufrirás desde tu familia.
-¡¿Qué os va a pasar miarma?! A mi con amenazas no. Os tranquilizais u os vais.
Los dos se tranquilizarnos y comieron las pastas. Después consiguieron los permisos. Por la noche durmieron en un hotel, donde ambos tendrían el mismo sueño con Carmen y Leire cada vez que cerraban los ojos se les aparecía. Por la mañana Adal decidió jubilarse y Santiago se suicidó después de parar todo atisbo de obras de deforestación en Doñana, a saber que mujer maquiavélica le pararía allí y como.
FIN