La última casa a la derecha
Una familia de cinco miembros decidió mudarse para estar más cerca del trabajo del padre. Encontraron una casa ostentosa a un precio muy rebajado, casi regalado.
Este hogar estaba situado al final de la calle Tarta Rosa en el número 66.
Un nombre curioso elegido por los propios vecinos en honor al pastelero de la ciudad, el cual vivió precisamente en esa casa hasta su muerte.
El barrio era tranquilo y acogedora la gente. Al entrar se quedaron maravillados, pues tenían 5 habitaciones con sus respectivos cuartos de baño, un salón enorme, 2 cocinas y un bello jardín trasero con piscina.
Lo que les parecía extraño es que todos los muebles estaban impolutos, como si nunca hubiera estado vacía.
Una de las cocinas era el lugar de trabajo del pastelero y tenía los ingredientes preparados. Al marido ya le entró cierto miedo. Él era oficial de obra especializado en grúas de alta envergadura.
La mujer entró a un taller de costura y pensó en tirar todos esos objetos porque no tenía ni idea.
Nada se movería de su lugar si no era para ser manipulado correctamente para su función. Intentó tirar al suelo una máquina que volvió a la mesa y ella sintió un empujón. Al igual el marido con los instrumentos de pastelería.
El niño en su habitación encontró todo un arsenal de videojuegos, co los que estuvo jugando hasta que se cansó pero no podría moverse de ahí después.
La niña un ropero enorme para cambiarse mil veces que quisiera con muchísimos zapatos, un lavabo y numerosos tintes y artículos de belleza. Tampoco podría dejar la habitación.
Y la pequeña dormía plácidamente en su cuna cerca de la madre.
- “Pastelero, modista, empezad a trabajar. Vuestro tiempo empieza a agotarse".
Ninguno entendió que pasaba. Pasó una hora y la pequeña salió de su cuna. La madre la vio aterrorizada pues había crecido mucho. Y sabía andar. Había cumplido dos años. Ella se vio en el espejo y parece que también.
Se lo quiso comunicar al marido pero no podía salir del taller. Algún tipo de barrera invisible se lo impedía y se lo gritó al marido, el cual vió su pequeño envejecimiento en una bandeja de acero inoxidable.
El niño se pasó varios niveles consiguió salir e irse con su padre al que le dijo tienes que hacer pasteles para toda la calle o seguiremos envejeciendo, yo tengo que volver a la habitación, me dejaron salir para decirte esto.
La niña después de probarse 30 vestidos igual con su madre.
Cada error les costaba un año más. Cuando ya les salía bien iban recuperando su tiempo perdido.
Las tartas rosas se iban repartiendo como por arte de magia a los vecinos de la calle.
Cumplidos los requisitos del día intentaron salir pero no podían y fueron a la piscina y en el borde ponía Tártaro S.A. 666. Eso lo explica Tártaro el infierno y el número diabólico.
Al padre le entró una corazonada, todos al agua, al fondo. El infierno es fuego y el agua es su enemigo. Allí se metieron con decisión de ahogarse, incluida la madre con su bebé pero nada. Debajo del agua como si estuvieran fuera, podían respirar. El padre les decía por gestos no salgáis a la superficie y mirando su cronómetro. En el minuto siete y seis segundos les hizo un gesto de arriba. Salieron a la superficie y ya no era su jardín sino el de un hotel.
Habían conseguido salir de la casa del tiempo. Tártaro 666. Infierno. Agua. Seis minutos y sesenta y seis segundos debajo del agua. Esa era la clave.
Pero ahora estaban en un hotel, al querer salir por la puerta dos niñas gemelas se lo impedían. Miraron a su alrededor y no había nadie a quienes pudieran pertenecer las gemelas.
El borde de la piscina ponía “Disfruten de su estancia mientras puedan". Todo parecía volver a empezar.
FIN
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