Entró un monje al burdel más próximo a la iglesia a pedir que se trasladara ese infame negocio.
No lo consiguió y tras consultar a otros de todos los océanos una primavera cogió el revolver y mató al director y presentes y se suicidó.
Lo más extraño que al pegarse el tiro su cuerpo desaparició dejando solo su sotana, su alzacuellos y sus zapatos en el suelo.
Nadie conocía a ese monje y no parecía tener familiares.
El club no se mudó y cayó en la bancarrota en pocas semanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario