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03 diciembre 2021

UN LUGAR DIFERENTE EN EL BARRIO DE SIEMPRE

Un lugar diferente en el barrio de siempre 

Iván Fernández vivía en una calle larga, que casi podría ser una avenida, cercana al centro de Serina. Una calle medianamente tranquila que servía de salida trasera de la ciudad.
Iván estaba casado con Sandra, promotora de una inmobiliaria. Y él era el concejal de fomento.
Un día les llegó una oferta del director de la compañía  de un famoso centro comercial para construir el suyo en de los terrenos que tenia Sandra en venta.
Con el acuerdo realizado y los permisos del ayuntamiento aprobados, empezaron las obras.

La pareja y sus niños Laura y Andrés, observaban con atención siempre el avance de las máquinas y su trabajo. Ya que los niños jugaba  en el solar cercano a casa. Un poquito tristes por perder su lugar de entretenimiento, pero al mismo tiempo expectantes y viendo los cambios que se producían ahí.
Primero excavaron varios metros, ya que querían que hubiera un aparcamiento subterráneo de tres plantas. Pero cuando iban a profundizar para el segundo aparcamiento encontraron algo que paralizó las obras. 

Un refugio antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial. Pronto la noticia se extendió por toda la ciudad y la gente se manifestaba en la calle dividida entre los que querían el centro y los que querían terminar de excavar aquel refugio y utilizarlo para mejorar el turismo.
Con todo el jaleo montado la noticia no sólo se quedó en la ciudad sino que salió por todo el país.
La constructora le pidió explicación a Ivan y Sandra. Pero él sólo concedió el permiso de obra y ella los terrenos sin saber lo que exactamente había debajo. Tras mucho pleitear el director del centro comercial suspendió cualquier trabajo para hacer nada y se largaron. Una pena porque podría suponer más de 60 puestos de trabajo directos y otros indirectos.

Con la maquinaria fuera y acompañados por los padres Laura y Andrés entraron a los terrenos a experimentar la zona cambiada por los socavones y lo que salió del refugio.

Unos pasillos que a pesar de todo el paso del tiempo tenían su sistema eléctrico con diferentes salas. Al final había un portón con comida. Y algunos juegos de mesa. 
Los niños junto a sus padres jugaron por un par de horas a esos juegos, que habían visto por Internet pero que no conocían mucho por estar más apegados a los aparatos tecnológicos. 
Después los padres decidieron que hacer con eso. Ya que ni el ayuntamiento ni la diputación quería hacerse cargo. 
Sin gastar demasiado y pidiendo permiso al ayuntamiento y con el enchufe que Iván era el concejal,  aceptaron una idea de Laura: construir un parque, en las hondonadas poniendo toboganes y columpios y algunas escaleras y en el refugio reformarlo un poco y convertirlo en un pequeño albergue.
Laura y Andrés consiguieron amigos nuevos con los que jugar en el parque, mientras que Iván dejó la concejalía y se puso a regir el albergue; y Sandra cambió la inmobiliaria por la arqueología. 

La ciudad no tuvo nuevo centro comercial, pero si se fue llenando de turistas, por la repercusión que la noticia dio. Algunos de ellos se quedaron a vivir. Creció y ya salía en los mapas a nivel nacional. Y con esto empezaron a hacer nuevos festejos.
El director del centro comercial inauguró su gran tienda en un local abandonado que reformó, sin tener que hacer excavaciones ninguna y al final tuvo más empleados de lo que en un principio había presupuestado. Aumentando aún más la economía de la ciudad, con la tienda, el parque, el albergue y los turistas que se quedaban o se gastaban dinero allí en su visita.

FIN

SERES VALIENTES

SERES VALIENTES Tenía un amigo que hacía honor a su nombre, se llamaba Valentín, y no, no se enamoraba ni enamoraba a nadie con facilidad, s...